El niño miraba mas allá de donde sus ojos alcanzaban . Asi pasaba las horas, los dias. Contemplando aquella inmensidad que sentía amiga, aliada, complice de su secreto. Al otro lado de las aguas está ella, pensaba y se dejaba llevar por el armonioso sonido de las olas amigas como si estas fueran brazos de suave piel que mecieran su alma. Y fueron pasando los años se hizo hombre y su mirada espectante regresaba cada dia a la inmensidad del agua y mas allá de donde sus ojos llegaban la imaginaba. Allí está al otro lado pensaba.
Y se hizo anciano y sus cansados ojos grises miraban aún espectantes la inmensidad del agua, se dejaba mecer el alma entre las olas amigas que inquietas aguardaban. Al otro lado está ella pensaba y decidido se dejo llevar por su llamada ¡¡Madre!! gritó en la noche y la encontró por fin... en la profundidad del agua.
miércoles, 13 de julio de 2011
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