paseando entre palabras de amor

paseando entre palabras de amor

lunes, 8 de febrero de 2010

NADA DE NADA

Era entrada la noche cuando salió de casa.
Cruzó una acera, luego otra acera y una vez más tropezó con la nada.
Su rostro transformado por pinturas baratas, escondían su belleza ahora enmascarada.
Tantos años perdidos ya no se preguntaba, pues su mísera vida nada ya la aportaba.

Decidió que esa noche más bien corta sería, porque nada dejaba, porque nada tenia.
Todos aquellos hombres que en ella se perdían no la echarían en falta ni la recordarían.
Cruzaba las aceras transportando la nada, como piedra pesada que te aplasta las fuerzas en tan dura batalla.
-¡Solamente esta noche! suplicaba al silencio-. Mientras su soledad las palabras ahogaba.
Susurraba con miedo que todo terminara y se dejo llevar al último cliente, que apoyado en un coche sus servicios ansiaba.
Fue aquella voz sucia, la que cambió el destino de la mujer hastiada.
Las obscenas palabras con fuerza golpeaban en los duros barrotes de su prisión del alma.
Fue la noche mas corta, tal como ella esperaba. Tras prestar sus servicios se encamino a la plaza, compró la última dosis, la que tanto anhelaba y en su triste morada donde nada quedaba, preparó con esmero su libertad soñada.
Estaba amaneciendo, el día comenzaba. En la fría penumbra su reducido cuerpo por fin ya descansaba.
Ahora ya no importaba. Porque nada tenía porque nada dejaba.
Un mohín de dulzura su rostro reflejaba. Era aquella nostalgia que quedó en su semblante... de una vida añorada.

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