‎"Lo que existe más allá del último latido del corazón"

Lo supo desde siempre, lo sabía y prefería ignorarlo porque pensó que aquel momento nunca llegaría. Pero una tarde lluviosa sucedió.
Y como quien ve pasar ante sus ojos algo que no le pertenece, ignoró aquel momento que parecía antojársele definitivo y que en silencio aguardaba a la dulce Maria.
Todo en su largo paseo por la vida, había estado siempre bien colocado, como quien ordena en una enorme vitrina los mas preciados legados heredados.
Su niñez, la juventud, la madurez y ahora la vejez se habian acomodado perfectamente ubicados en su ya desgastado corazón. Pero aún así, aquel momento parecia pasar ante los cansados ojos color de miel de Maria como algo ajeno. Quizas preferia pensar que no era suyo y que alguien en un arrebato de locura lo había dejado escapar y se movía perdido buscando un lugar que no hallaba. Eso pensó la dulce Maria cuando sintió ya algo asustada que aquel momento se detenia ante su alma buscando cobijo.
Y vió pasar de pronto ante sus ojos su dilatada vida y marchó rauda, veloz, hasta la infancia y un mohin de dulzura ilumino su rostro de colores alegres de risas y juegos. Y atravesó con soltura el umbral de los sueños de adolescente y contempló sus hermosos cabellos ondeando en el viento, caminó cadenciosa cogida de la mano del amor de su vida y sintió de nuevo aquel primer beso de los labios jugosos de su amado.
Se dejó llevar como por nubes de algodón a los primeros llantos de sus cinco criaturas. Sintió la piel de seda de sus hij@s acariciando la vida y lloró emocionada. Siguió caminando mas allá de lo que su corazón resistía y un coro de risas se acercaron hasta coger sus arrugadas manos, acariciaban, besaban su rostro y la llamaban abuela y Maria se abrazo aquel momento, su momento, el que no conocía y en el corto sendero unos fuertes brazos arroparon su pecho eran los de su amado que esperando... con calma sonreía.