paseando entre palabras de amor

paseando entre palabras de amor

domingo, 13 de febrero de 2011

                                              DE CARTON PIEDRA


Soy de cartón piedra. De cartón fino es mi escudo y como piedra pesada mi avaricía…
¿Qué hago aquí?, miro a mi alrededor y todo está destruido, arrasado.
No hay edificios, ni árboles, ni automóviles, ni gentes que caminen de un lado a otro. Donde antes, hace apenas unos días el bullicio de la capital era ensordecedor, ahora todo es silencio, nada, espesura, calor como fuego que parece haber derretido las almas de pronto. Hasta donde alcanza mi vista todo es como un desierto, la tierra se me antoja ceniza y apenas puedo abrir los ojos ¿Dónde estoy? ¿Qué ha podido pasar para que todo haya desaparecido, qué fue lo que arrasó todo a su paso?
Camino con pasos inciertos tratando de buscar algo de vida, pero no puedo hallarla. Llevo agua y algo de comida que he podido rescatar del bunquer pero me temo que voy a morir de igual manera.
Sigo caminando durante horas por el mismo paisaje que se me antoja inacabado, infinito, el maletín que llevo atado a mi cintura me impide ya respirar… estoy perdido estoy muerto.
De pronto en la lejanía  vislumbro bajo un sol abrasador algunas siluetas que parecen arrastrarse en medio de la nada. ¡No estoy solooo! grito con un hilo de voz que se escapa de mi garganta rasposa, bebo agua a sorbitos, con moderación. He tenido que deshacerme de gran parte de las provisiones es demasiado el peso que llevo aguantando en la cintura, el maletín está lleno.
Avanzo despacio, apenas se me sujetan las piernas las siluetas parecen estar cada vez más lejos, el sol es como una bola de fuego que abrasa mi extraña existencia. Sigo despacio, los zapatos de Loewe  no impiden que la arena me queme los pies. Me quito la corbata y la dejo caer, la camisa de 200 euros queda tendida en las dunas grises ya sin valor. Me voy despojando de la ropa mientras las siluetas se me antojan como sombras que vienen aniquilarme y camino bajo el ardiente sol, desnudo, con el maletín atado a la cintura, las sombras parecen estar cada vez mas cerca, despacio trato de alcanzarlas pero no me siento. Llevo mucho peso agarrado en la cintura y caigo tendido en la gris arena casi inconsciente y pasa el tiempo y las siluetas llevan largo rato observándome pero apenas las distingo. Rodeo el maletín con los brazos ya casi muertos y una voz va perdiéndose en la lejanía. ¡SOY OTRO MAS DE CARTON PIEDRA QUE NO HA PODIDO SOPORTAR EL PESO DEL DINERO!

3 comentarios:

  1. Es desolador pensar en gente ambiciosa que es arrastrada por el dinero. Tan desolador como el paisaje que muestra tu relato. Apocalipsis del mundo donde el dinero ya no sirve para nada y los sentimientos se quedaron atrás.
    Un abrazo desde mi orilla.
    Mos.

    ResponderEliminar
  2. Anchy: El protagonista de tu texto se va despejando de toda vestidura, de todo lo superflúo como para asir la ansiada libertad. El dinero es inútil en un mundo destruido.
    Denotas una gran imaginación. Buen hacer el tuyo. Nos seguimos leyendo.

    ResponderEliminar
  3. Destruido por su codicia. La ambición no te hace ver los verdaderos valores. El dinero todo lo enfanga.
    Lo siento, amigo. Tienes lo que te mereces. ¿De qué te sirve ahora el maletín?. Adiós, miserable, adiós.

    Me ha gustado, Anchy. Una pesadilla demasiado real en nuestros días.

    Sigue dejando palabras en tu blog que yo me acercaré a leerte desde mi orilla.
    Un abrazo.
    Mos.

    ResponderEliminar